miércoles, 25 de febrero de 2015

Condenada soledad


Ella había leído ciencia ficción cuando era joven, más joven... Y ahora veía esas películas y series con viajes espaciales, mutaciones genéticas, saltos en el tiempo y super-poderes...
Pero para su pesar, tanto en los libros como en el cine, los personajes eran mudos a la hora de resolver problemas existenciales...
Tan sólo, tratan de sobrevivir con lo que les toca...
Algunos se preguntan, por qué, por qué yo, pero la mayoría se acomoda a su nueva condición, a su nuevo entorno...
Los unos, escapan de los zombies y los otros, se adaptan a la época pasada o futura en la que han “caído”...
Aquellos, aprenden a utilizar sus poderes contra el mal y los demás luchan en un caos post-destrucción mundial...
Pero casi ninguno se pregunta siquiera, para qué tengo que experimentar ésto!

Ella no encontró soluciones en esas historias de fantasía...
Ella padecía algo de lo que nunca había escuchado hablar...
Era algo que ella no podía etiquetar ni descifrar...
Y digo padecía, porque para ella, su “don”, o como quieras llamarlo, era su condena...
Si hubiese hablado con alguien sobre su capacidad, simplemente hubiera sido tomada por una pedante insoportable, y de hecho, para muchos, ella era exactamente eso, una pedante insoportable...

Un día, ella tuvo una “discusión” con una niña de cuatro años.
La niña le espetó con total insolencia, que cuatro era más que cinco...
Ella le dijo que no, que cinco era más que cuatro...
La niña le respondió con su terca sabiduría, que cuatro, era más que cinco...
Y cuando ella se disponía a retrucarle nuevamente que cinco era más que cuatro, de golpe se detuvo, al tomar conciencia, que estaba comenzando una discusión insensata con una niña de cuatro años, cuando ella contaba, en ese entonces, con cuarenta años más...

Se quedó pasmada.
Qué estoy haciendo? Se preguntó avergonzada...
Pero pasado el bochorno sin testigos, pudo comenzar a entender, que esa situación atropellada, era una repetición exacta de gran parte de las conversaciones que habían signado su vida, desde siempre...

Desde pequeña, sabía, intuía, deducía cosas, que el resto no.
Y no sólo que los demás no lo hacían.
El resto, el entorno, sus padres, hermanas, luego sus compañeras, sus parejas, sus jefes, sus colegas, nunca entendían qué era lo que a ella le sucedía...
Por qué se enojaba tanto, por qué se creía más “viva” que los demás...

Su vida ha sido una larga tragedia de estos eventos, donde ella veía algo que los demás no ven, o no quieren ver...
Se sentía habitando un largo espiral que hace parecer que todos se encuentran en el mismo lugar, cuando en realidad están una vuelta o varias vueltas más abajo... Sin calificar ni desmerecer...

Si tuviera que definirla, te diría que es la mujer más sola que he conocido...

Hace muchos años atrás, se encontraba en una reunión con “amigos”... Ella notó que uno de ellos y una de ellas, intercambiaron una mirada íntima, en una milimésimas de segundos... No tendría nada de malo, esa mirada cómplice,  si no fuera porque ambos estaban casados con sus respectivas parejas, con niños y todo lo que el establishment requiere para parejas jóvenes, profesionales y de clase medio/alta.
En aquel momento, Ella, no dijo nada, ni siquiera a su propia pareja, no quería ser tildada de loca como lo hacían habitualmente en el hogar de sus padres.
Y lo dejó pasar...
Y pasó el tiempo...
Entonces Ella se enteró que aquellos dos, finalmente se habían separado de sus respectivos matrimonios y se unieron como pareja formal, saliendo de la clandestinidad que llevaron por años...
Lo que para muchos cercanos a sendas familias, fue una sorpresa, para Ella, no lo fue en absoluto...

No es que ella lea los pensamientos, ni siquiera ella sabe cómo es que sabe lo que sabe de las personas...

Pero quién quiere estar con alguien así?

Una vez, una mujer que intentó entablar una amistad con Ella, le dijo: Cuando estoy contigo, me siento desnuda...
Ella se dio cuenta que no podía hablar de lo que pensaba, no sin correr el riesgo de ser indiscreta, o cruel para con las otras personas...
Ella, su captación tan particular de la gente, provocaba una sensación de estar siendo evaluado a modo de tomografía computada emocional...

Entonces Ella aprendió a callar...
Pero la gente huele el peligro...
Al menos la gente común....
Los psicópatas, sienten como una atracción especial en tratar de engañarla...
Pero ella ya no los escucha, no los mira, no los intenta “desenmascarar”...
Se aleja y se guarda sin dar demasiadas explicaciones...

Imagínate un adulto que está con un niño...
El niño llora, se ríe, se enoja, se ofende, se atemoriza, se asusta, se encandila, por cosas que el adulto considera tontas, superficiales, sin sentido....
Sin embargo, el adulto acompaña al niño, juega con él, le regala esos juguetes tan preciados, le explica que no hay cucos debajo de la cama, lo consuela diciéndole que la maestra no sabe todo, y que esos chicos que lo molestan son unos inadaptados y que no les preste atención, etc. etc. ...
Pero luego, el adulto, volverá a su propia realidad, a sus asuntos y negocios "verdaderamente" importantes, a sus sueños y a sus problemas “reales”...

Ahora imagínate que el adulto no tiene a dónde volver...
Mejor expresado sería, que no tiene con quién volver...
Imagina que todos son niños, algunos adorables y otros despiadados, pero todos son niños...
Imagina un mundo donde no tienes con quién compartir tu adultez, tu mirada, tu madurez...
Un mundo que está gobernado por niños grandes que hacen y deshacen caprichosamente...

Ella estaba sola.
Como si Dios la hubiese elegido para ser la única agraciada de una especie de “microevolución”.
No era una genia, en absoluto.
Era... algo que no puedo explicar... Que Ella misma no tenía explicación ni técnica...
Ella sabía las cosas invisibles de las personas...

Y lamentablemente, cuando llegó ese triste día en el que también se aburrió de conversar conmigo, lloró mares despidiéndose y desconsolada, se sentó a esperar a aquel ser especial, que le pudiera enseñar a transformar su condenado don, en una Re-evolución mundial...


Lev Emet

domingo, 1 de febrero de 2015

En la Cuerda Floja


De golpe, no sé cuando empezó todo ésto... pero sentí como si el gran muro que me había protegido, o me había limitado hasta ahora, se derrumbaba...
Frente a mí, aparecieron infinitas cuerdas tendidas en el vacío...
Tensas, se sostenían en el espacio y yo estaba allí, casi sin poder respirar por la emoción...
Tenía que elegir una cuerda y comenzar a andar sobre ella... hacer equilibrio...
Si tan sólo supiera que allí abajo, de alguna manera invisible, habría una red de seguridad, entonces me largaría a andar, aún sabiendo que podría caer en cualquiera de mis pasos, sobre cualquier cuerda que hubiese elegido...
Pero tenía casi certeza de que no había ninguna red tendida para asegurar que no me rompiera en mil pedazos en el primera caída...
Estaba solo, me sentía abrumado y solo...
Las certezas de antaño, si es que alguna vez existieron, y si es que tenían algún valor, ya no estaban, habían desaparecido, y no tenía ningún sentido volver hacia atrás...
Hubiera sido vergonzoso volver hacia atrás...
Veo otros como yo que se largan a tientas por una cuerda, y yo les grito: No tienes miedo?!!
Y todos asienten y muchos comienzan a correr de manera alocada, porque están más perdidos que yo y prefieren morir a sentirse desesperados...
Yo aguanto la desesperación de la incertidumbre y empiezo a caminar, camino, y sigo caminando...
Otros se han quedado en el umbral de las cuerdas. No han dado ni un sólo paso por temor a fallar...
Se quedan allí, sentados, comen, se ponen obesos, buscan distraerse con cualquier cosa que los haga olvidar que se han detenido y que la vida sigue allí afuera, llena de desafíos pendientes...
Algunos caminan sorientes, aunque temen, y aunque caen y vuelven a empezar, ellos cuentan con esa red que extendieron para ellos... Vuelven a caerse y lloran, pero vuelven a empezar una y otra vez...
Aquí no cuentan las riquezas, ni el color de piel, no cuenta la preparación académica, ni la belleza, ni el buen corazón...
Aquí cuenta la fe y las agallas...
Todos quisieran tener esa red...
Y muchos confían encontrarla en el alcohol o en las drogas...
Pero tarde o temprano, sólo se encuentran con el abismo...
Yo también quisiera tener esa red... pero mi padre quedó paralizado en mitad de la nada y nunca supo cómo tejer una para mí...
Y mi madre se aseguró de cortar todas las cuerdas que pudieran llevarme hacia algún lugar opuesto al que ella había planeado...
De situaciones como la mía, hay incontables historias esparcidas por todo el mundo...
Cambian los nombres, los roles, cambian las tácticas opresivas, pero hay infinitos individuos como yo, que han sido hostigados para debilitar nuestra libre elección, e impedir que despleguemos nuestras propias alas...
Porque ya sabes como es... si te han dicho y repetido que “esto es todo lo que hay”, que “no te ilusiones”, que “tu nunca llegaras a eso”, que “acaso te crees especial?”, “siempre serás el mismo”, “ni lo intentes”, “te voy a matar”, “me vas a matar”, “etc.etc.etc.”, andar por las cuerdas va a resultar harto difícil...
Pero que más da! Perdido por perdido, vale la pena intentarlo!
Nadie tiene certezas, y los cobardes, te inundarán la cabeza de dudas, culpas y prejuicios...
Pero si no aprovechamos ahora, que tenemos toda la vida por delante...
Cuándo?

Después de intentarlo y seguir intentándolo por más de medio siglo...

Con todo mi cariño

Lev Emet

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